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El Castillo del Rey Kuranes

A night walk

Ayer estuve bastantes horas estudiando. Quizas sea por la falta de costumbre, pero como no sali en todo el dia me sentia abotargado y decidí salir a dar un paseo por la noche. A la una y media de la madrugada, para ser exacto.

La ciudad, como es normal aqui entre semana, estaba totalmente tranquila. Apenas me cruce con una docena de personas y otra de coches en todo el trayecto. Camine hacía la zona de las universidades... es un paseo que hago a menudo cuando quiero pensar. Vitoria tiene bastantes parques y jardines y muchos arboles. Esa noche parecía como si esa parte de la ciudad estuviese más viva de lo normal. Olia a tierra humeda removida, a rocio sobre la hierba y a agujas de pino. Se oian los chirridos de los grillos y los aleteos de los pajaros que cazan los insectos que son atraidos por la luz de las farolas. Si cerrabas los ojos no parecia una ciudad. Algunas veces es asi y por eso me encantan este tipo de paseos.

Segui mi itinerario habitual que lleva hasta una pequeña colina -supuestamente artificial, que se dice fue creada apilando la tierra sobrante de la excavación de un pozo hace siglos- en una de cuyas caras esta un instituto del cual yo fui alumno. La susodicha colina se llama "el monte de la tortilla" por que su parte superior es plana y su perimetro es aproximadamente circular. Me subí para respirar el aire nocturno y dejar que el viento me susurre sus secretos. Ya llevaba un tiempo sin subir. Las ramas de los arboles habian crecido y tapaban casi por completo la vision de la ciudad que otras veces se puede tener desde ahí. Y la ciudad estaba iluminada de una forma que casi resultaba mágica. A poca altura sobre los tejados se extendian unas nubes que reflejaban la amarillenta luz de los faroles. Daba la impresión de que fuese a amanecer de un momento a otro.

Mientras miraba la ciudad me puse a pensar en muchas cosas. No dire de qué para mantener el interes de mis lectores. Pero mientras pensaba no podia dejar de fijarme en como la ciudad parecia iluminarse a si misma. Estaba sobre una colina a buena distancia de cualquier fuente de luz, pero podia distingir perfectamente cada brizna de hierba a mis pies -enfundados en sandalias, como siempre, con lo cual la hierba larga me hacia cosquillas-, cada piedra y cada flor -si, alguna queda-. Casi fue un momento Zen.

Podria seguir hablando sobre lo que hice despues de bajar la colina -omitiendo el enfrentamiento con el minotauro armado con mi cepillo de dientes y el rescate de la verdadera hija del Dalai Lama- pero me lo reservo para otra vez. :P

2 comentarios

Raquel -

Prelistada en el directorio de Bitacoras.com :)

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Gracias :)

Musa -

Animo..
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