Memorias II Maestro
El Doctor Blackmore y Vincent pasaban solos la mayor parte del día sin salir de la habitación del muchacho. El médico era de carácter serio y algo agrio pero siempre consultaba cualquier acción con el joven y le explicaba todas las dudas que pudiesen tener. Este comportamiento satisfacía la curiosidad natural de Vincent y valoraba su inteligencia sin preocuparse por su estado físico, lo que hizo que el joven desarrollase un profundo respeto por el médico al que acabó llamando Maestro.
Al principio el Doctor se limitó a efectuar las pruebas médicas habituales sin obtener ningún resultado, como el resto de sus compañeros de profesión. Controlaba su pulso, su dieta, sus ciclos de sueño y sus reflejos sin obtener ningún resultado definitivo. Entonces el Doctor empezó a instruir al joven en la Teoría de Cábala, Alquimia, Brujería y otras clases de magia, amplió los conocimientos del muchacho sobre Religión, Filosofía y le enseño diversas formas de meditación. A pesar de que el joven no mejoraba físicamente absorbía los nuevos conocimientos con prodigiosa facilidad y mantenía tranquilo y apartado a su padre para poder seguir con sus estudios.
Al poco el médico empezó a tratar a Vincent mediante hipnosis, extraños brebajes, terapias de curación espiritual y otros tipos de estudios o soluciones de tintes esotéricos. Asimismo también comenzó a usar ciertas pequeñas capacidades mágicas delante del muchacho. Podía encender o apagar las velas sin tocarlas o emplear cerillas, a veces era capaz de oír los pensamientos de la gente (aunque confesó que no solía ser así con el propio Vincent) y otros pequeños trucos que aunque Vincent llegó a aprender no empleaba porque le fatigaban demasiado. Aunque los nuevos experimentos tampoco revelaron gran cosa eso cambió una tarde de principios de Primavera. El doctor había cerrado puertas y ventanas de la habitación de Vincent, había administrado al joven una serie de pociones y había prendido una incienso que llenó el aire con un humo de tinte ligeramente verdoso y olor acre, que daba a la habitación de paredes de madera de roble del joven el aspecto de un lugar encantado, filtrándose a través del humo la escasa luz de unas velas. El curandero comenzó a salmodiar un cántico mientras Vincent respiraba profundamente y seguía con la mirada un péndulo que el hombre hacia oscilar mientras sujetaba la dorada cadena con la mano. No tardó mucho en caer en un profundo trance hipnótico durante el cual del Doctor le fue guiando con preguntas que tan solo podía hacer un verdadero experto. Pasó más de una hora, y cuando Vincent se despertó del trance el Doctor, con la cara afectada por una profunda preocupación, puso una de sus manos sobre las del joven y tras apagar las velas y abrir ventanas y contraventanas con un simple gesto de su mano comenzó a hablar con la voz más ronca y cansada de lo habitual en él.
- Vincent, durante estos meses que hemos pasado intentando dilucidar que te ocurría has dado muestras de una gran inteligencia, que no me avergüenza decir, me ha sorprendido gratamente, y tu capacidad de aprendizaje siempre me ha llenado de orgullo.
- Gracias Maestro susurró el fatigado joven con una nota de profundo respeto en la voz.
- He descubierto, creo, cual es la causa de tu estado actual y la posible solución, pero no es algo fácil de explicar o de asumir. Yo mismo no llego a entenderlo muy bien. En cualquier caso creo que tienes derecho a saberlo, pero tengo que advertirte sobre que quizás seria mejor para ti dejar las cosas como están e ignorar la verdad. Si aceptas escuchar la verdad quiero que sigas al pie de la letra todos mis consejos e instrucciones, ¿estas de acuerdo con esta única condición?
El ambiente de la habitación parecía seguir cargado a pesar de que la mayor parte del humo verdoso se había ido llevándose con él su fragancia. Ni el hombre ni el muchacho se movieron un ápice durante unos segundos que parecieron horas, finalmente el muchacho hizo un leve gesto de afirmación con la cabeza y miro con sus glaciales ojos azules al hombre al que llamaba maestro.
- Estoy de acuerdo, acepto las condiciones.
Al principio el Doctor se limitó a efectuar las pruebas médicas habituales sin obtener ningún resultado, como el resto de sus compañeros de profesión. Controlaba su pulso, su dieta, sus ciclos de sueño y sus reflejos sin obtener ningún resultado definitivo. Entonces el Doctor empezó a instruir al joven en la Teoría de Cábala, Alquimia, Brujería y otras clases de magia, amplió los conocimientos del muchacho sobre Religión, Filosofía y le enseño diversas formas de meditación. A pesar de que el joven no mejoraba físicamente absorbía los nuevos conocimientos con prodigiosa facilidad y mantenía tranquilo y apartado a su padre para poder seguir con sus estudios.
Al poco el médico empezó a tratar a Vincent mediante hipnosis, extraños brebajes, terapias de curación espiritual y otros tipos de estudios o soluciones de tintes esotéricos. Asimismo también comenzó a usar ciertas pequeñas capacidades mágicas delante del muchacho. Podía encender o apagar las velas sin tocarlas o emplear cerillas, a veces era capaz de oír los pensamientos de la gente (aunque confesó que no solía ser así con el propio Vincent) y otros pequeños trucos que aunque Vincent llegó a aprender no empleaba porque le fatigaban demasiado. Aunque los nuevos experimentos tampoco revelaron gran cosa eso cambió una tarde de principios de Primavera. El doctor había cerrado puertas y ventanas de la habitación de Vincent, había administrado al joven una serie de pociones y había prendido una incienso que llenó el aire con un humo de tinte ligeramente verdoso y olor acre, que daba a la habitación de paredes de madera de roble del joven el aspecto de un lugar encantado, filtrándose a través del humo la escasa luz de unas velas. El curandero comenzó a salmodiar un cántico mientras Vincent respiraba profundamente y seguía con la mirada un péndulo que el hombre hacia oscilar mientras sujetaba la dorada cadena con la mano. No tardó mucho en caer en un profundo trance hipnótico durante el cual del Doctor le fue guiando con preguntas que tan solo podía hacer un verdadero experto. Pasó más de una hora, y cuando Vincent se despertó del trance el Doctor, con la cara afectada por una profunda preocupación, puso una de sus manos sobre las del joven y tras apagar las velas y abrir ventanas y contraventanas con un simple gesto de su mano comenzó a hablar con la voz más ronca y cansada de lo habitual en él.
- Vincent, durante estos meses que hemos pasado intentando dilucidar que te ocurría has dado muestras de una gran inteligencia, que no me avergüenza decir, me ha sorprendido gratamente, y tu capacidad de aprendizaje siempre me ha llenado de orgullo.
- Gracias Maestro susurró el fatigado joven con una nota de profundo respeto en la voz.
- He descubierto, creo, cual es la causa de tu estado actual y la posible solución, pero no es algo fácil de explicar o de asumir. Yo mismo no llego a entenderlo muy bien. En cualquier caso creo que tienes derecho a saberlo, pero tengo que advertirte sobre que quizás seria mejor para ti dejar las cosas como están e ignorar la verdad. Si aceptas escuchar la verdad quiero que sigas al pie de la letra todos mis consejos e instrucciones, ¿estas de acuerdo con esta única condición?
El ambiente de la habitación parecía seguir cargado a pesar de que la mayor parte del humo verdoso se había ido llevándose con él su fragancia. Ni el hombre ni el muchacho se movieron un ápice durante unos segundos que parecieron horas, finalmente el muchacho hizo un leve gesto de afirmación con la cabeza y miro con sus glaciales ojos azules al hombre al que llamaba maestro.
- Estoy de acuerdo, acepto las condiciones.
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