Viaje Astral
Con el baño ya listo Vincent recorrió el largo pasillo que era flanqueado por obras de artes y estaba cubierto por una espesa alfombra hasta el cuarto de baño, arrastrando detrás de si parte de la larga bata de seda que era su única vestimenta. En sus manos sostenía un pequeño incensario del que brotaba un humo grisáceo que emitía una estimulante fragancia. Cruzó el umbral de la sala, depositó sobre el enlosado suelo el incensario y cerró la puerta con un gesto, del mismo modo que antaño solía hacerlo su Maestro. Con otro movimiento similar prendió la llama en una lampara que, a través de unos cristales especiales, iluminaba con fragmentos de luz multicolor la estancia, que a pesar del Sol que lucía de forma desacostumbrada sobre la ciudad, estaba a oscuras con contraventanas y cortinas cortando el acceso a la luz. La luz de infinitas tonalidades brillaba sobre el vapor que surgía de la caliente agua que llenaba la bañera, y la convertía en una irisada niebla de misteriosas formas.
Vincent se soltó el cinturón que cerraba la bata que llevaba y dejó que esta resbalase suavemente por su cuerpo desnudo hasta el suelo, disfrutando del suave tacto de la seda, antes de comenzar a caminar hacia la bañera de bronce rebosante de agua caliente y de donde surgía el vapor que ahora, convertido en una niebla prismática, bañaba casi todo el cuarto de baño. Mientras el mago hundía su cuerpo de tersa piel morena en las aguas, donde ya se habían disuelto unas secretas sales y esencias que le servirían para propiciar una mejor concentración y potenciar su capacidad para llevar a cabo la actividad que se proponía, la Vida que había sido de su padre y que ahora reposaba en su interior le llenó con las memorias de aquel que fue el ultimo baño de su progenitor, en aquella misma bañera. Cuando terminó de hundir su cuerpo en las cálidas aguas, dejando la cabeza y la larga melena color azabache reposar fuera del agua, los vapores parecieron intentar derretir el hielo en a resuelta mirada del hombre, sin conseguirlo.
La bañera parecía una extraña balsa flotando en un mar de niebla multicolor, y su único tripulante, tras una serie de ejercicios respiratorios, aparentaba estar dormido. Poco a poca, a medida que los sentidos mundanos del joven iban apagándose se fueron abriendo los ojos de su espíritu. Cualquier otro ser con capacidades mágicas quizás habría podido ver la forma vagamente humanoide, de un tono blanco plateado y en cuyo interior brillaban un pequeño grupo de estrellas, que surgía del cuerpo del noble, unida a él por un cordón del mismo color. A través de los ojos de su mente Vincent podía ver perfectamente incluso a pesar de la escasa iluminación y la extraña atmósfera del cuarto de baño, y podía oír los silenciosos pasos de su siervo mientras trabajaba en el otro ala de la casa. A pesar de que esta no era la primera vez que Vincent realizaba un Viaje Astral, ni mucho menos, Vincent todavía se sorprendía de la capacidad sensorial que tenía su forma Astral, quizás para compensar la falta de tacto, gusto u olfato. Dedicó un momento a concentrarse para dominar sus sentidos, pues sabía del peligro que entrañaba salir de su mansión con semejante capacidad auditiva sin control a lo largo de la ruidosa urbe. Segundos después la espectral forma unida al cuerpo joven del mago por un plateado hilo cruzó la ventana, como si de aire se tratase y atravesada por la luz del Sol empezó a recorrer la ciudad hacia la que fuese la mansión de Lucienne.
Vincent se soltó el cinturón que cerraba la bata que llevaba y dejó que esta resbalase suavemente por su cuerpo desnudo hasta el suelo, disfrutando del suave tacto de la seda, antes de comenzar a caminar hacia la bañera de bronce rebosante de agua caliente y de donde surgía el vapor que ahora, convertido en una niebla prismática, bañaba casi todo el cuarto de baño. Mientras el mago hundía su cuerpo de tersa piel morena en las aguas, donde ya se habían disuelto unas secretas sales y esencias que le servirían para propiciar una mejor concentración y potenciar su capacidad para llevar a cabo la actividad que se proponía, la Vida que había sido de su padre y que ahora reposaba en su interior le llenó con las memorias de aquel que fue el ultimo baño de su progenitor, en aquella misma bañera. Cuando terminó de hundir su cuerpo en las cálidas aguas, dejando la cabeza y la larga melena color azabache reposar fuera del agua, los vapores parecieron intentar derretir el hielo en a resuelta mirada del hombre, sin conseguirlo.
La bañera parecía una extraña balsa flotando en un mar de niebla multicolor, y su único tripulante, tras una serie de ejercicios respiratorios, aparentaba estar dormido. Poco a poca, a medida que los sentidos mundanos del joven iban apagándose se fueron abriendo los ojos de su espíritu. Cualquier otro ser con capacidades mágicas quizás habría podido ver la forma vagamente humanoide, de un tono blanco plateado y en cuyo interior brillaban un pequeño grupo de estrellas, que surgía del cuerpo del noble, unida a él por un cordón del mismo color. A través de los ojos de su mente Vincent podía ver perfectamente incluso a pesar de la escasa iluminación y la extraña atmósfera del cuarto de baño, y podía oír los silenciosos pasos de su siervo mientras trabajaba en el otro ala de la casa. A pesar de que esta no era la primera vez que Vincent realizaba un Viaje Astral, ni mucho menos, Vincent todavía se sorprendía de la capacidad sensorial que tenía su forma Astral, quizás para compensar la falta de tacto, gusto u olfato. Dedicó un momento a concentrarse para dominar sus sentidos, pues sabía del peligro que entrañaba salir de su mansión con semejante capacidad auditiva sin control a lo largo de la ruidosa urbe. Segundos después la espectral forma unida al cuerpo joven del mago por un plateado hilo cruzó la ventana, como si de aire se tratase y atravesada por la luz del Sol empezó a recorrer la ciudad hacia la que fuese la mansión de Lucienne.
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